Historia de un RONIN:
Antiguamente ser un ronin no abarcaba edad
Algunos aprendían el arte del combate siendo niños.
He aquí la historia de uno de ellos...
El señor lo acepto en su hogar, abrió sus puertas y lo invito a entrar.
El señor forjo a aquel niño en cuerpo y alma con el mayor de los cuidados.
Educo su cuerpo en el combate y su mente en el arte.
Hizo de el un guerrero de mente libre.
El muchacho marcho en busca de conocimientos para honrar a su señor y a la casa de su señor.
Tras años de aprendizaje y luchas su corazón seguía en la casa de su señor.
La lejanía del hogar marcaba una lucha en su corazón.
Los diversos señores del guerrero vieron que aquel espíritu no podía ser sometido debido a las enseñanzas que llevaba consigo de origen.
Uno tras otro fueron prescindiendo de sus servicios y lealtad.
En su momento formado como guerrero, como hombre, como uno en si mismo decidió regresar: pensaba que su búsqueda había concluido.
Volvió al hogar.
Frente a las puertas de la casa de su señor percibió y entendió que aquellas puertas ya estaban cerradas para el.
No culpo a su maestro, no culpo a sus compañeros de antaño, no se culpo a si mismo siquiera.
Durante un tiempo eterno permaneció frente a las puertas de la casa de su señor.
Tal vez segundos, tal vez horas, tal vez un día tras otro.
Allí estuvo.
En su lucha y caos interior recordó las enseñanzas de su señor.
Sonrió y emprendió de nuevo el camino.
A los años, tras haber superado los combates realizados, viviendo ya como hombre de paz como debe ser el camino del guerrero recordó y entendió las enseñanzas de su señor..
Mi señor me dio la libertad de elegir y me hizo señor y dueño de mi vida.
Sigo sus enseñanzas...vivo en paz.
Esta es la historia de un RONIN.
Dedicado a mi señor y maestro.
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